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Moraleja

No me acuerdo de la fecha, pero eso sí, era un buen domingo y me encontraba literalmente echado en el sofá, escaneando la pantalla del televisor buscando algo interesante. En eso, me detengo. La imagen mostraba una serpiente manipulada por una persona que se encontraba dando explicaciones sobre su comportamiento y demás asuntos propios de la especie, todo ello, en un estudio de TV. Cuando el entrevistador le cuestiona al experto sobre sus hábitos reproductivos, inmediatamente la cámara se dirige al rostro del experto, y ¿Qué creen? Ahí estaba ni mas ni menos que el poderosísimo Poncho Delgadillo, y ¿de que reptil creen que estaba hablando? Así es, efectivamente, adivinaron, se trataba de un pitón. Sinceramente me dio mucho gusto ver a Poncho por Tv, y más aún, porque no lo veía desde hace mucho tiempo. Me acuerdo que le dije a mi esposa… mira ven a ver a Poncho- ella se encontraba en algún otro lado pero me hizo caso y se acercó- ¿y quién es ese wey?- bueno, no me dijo así pero su cara lo afirmaba- ¿te acuerdas que te platique de un compañero que trabaja en el zoológico de Chapultepec?- aah, está bonito ¿es una boa no?... (Claro que es broma Poncho, no te vallas a sentir como ¡OTROS!).  De eso me acordé antier, 10 de febrero del veinte diez, como ahora dicen algunos fulanos, cuando supe de “primera mano” por el mismo Alfonso Delgadillo, sobre el accidente que sufrió realizando según juzgo, uno de los trabajos mas peligrosos que los biólogos llevan a cabo (aparte de la administración de congales, trafico de drogas, repartir pizzas, la docencia y cuidar niños). Sin mencionar los pormenores del asunto, no es difícil imaginar que cualquier fracción de segundo, es suficiente para quedar en manos de la madre naturaleza, y más aún, si la han cucado (me refiero a la Madre) ¿Cuántos años de experiencia podríamos estimar, meses y días que Poncho lleva acumulando en su amplio vientre, manipulando serpientes peligrosas y otros “rectiles” reclusos? sin mencionar aquellos colectados en sus bastos recorridos por la provincia. No cabe la menor duda que nuestro C. Secretario General, posee cuantiosa experiencia en cuanto a trato se refiere para con animales rastreros, sin incluir bípedos del genero Homo. Digamos que Poncho se la rifa todos los días con sus víboras, y a pesar de lo ocurrido, las seguirá queriendo, pero eso si, no más que a sus ojos. El dice lo mismo que una solitaria…existe mayor riesgo afuera que adentro (del Zoo), y no le guardo resentimiento… (A la serpiente), pero, tampoco hay forma de venganza porque seguramente, la especie se encuentra protegida. Moraleja, bueno, antes que la moraleja, gracias Poncho por la lección de vida, acabo de tener un accidente en carretera con la familia, según yo, todo bajo control, a la velocidad establecida, en mi carril, espejeando por todos lados, con luces encendidas (en pleno día como las pipas de Pemex o los ADO), usando mis direccionales, aún sin ver algún vehículo detrás, la radio a bajo volumen, manos libres instalado (aún cuando no hay ni mad.. de señal), un par de chochos con café del oxxo ¡no, no es verdad!, de pronto a 300 metros aprox, veo lo que parece ser un tsuru que se encuentra estacionado en la lateral, baje la velocidad a 80 kph, y a unos 40 metros antes de alcanzarlo, se le ocurre dar vuelta en U sobre la autopista, le soné dos veces el claxon, le mandé las luces altas y no se cuantas veces le menté su máuser, ni madres que me vio, gracias a que baje la velocidad anticipadamente, pude esquivarlo sin salirme de la autopista, fue inevitable el contacto en un costado de la camioneta en que viajábamos… perdóname hermano, no te vi! Fueron sus palabras, se trataba de un Padrecito (en serio) que estaba buscando la entrada a una comunidad para ofrecer una misa. Moraleja por muchos años que pasen y se sientan cómodos en lo que hacen, nunca se tiene todo bajo control, cuando de animales se trata”. Sin omitirnos.

Cuidate mucho Poncho, que tengas una pronta recuperación.

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